¿Qué libro arruinó para siempre tu capacidad de disfrutar literatura «ligera»?
Nunca he dejado de disfrutar de cierta literatura “ligera”, signifique eso lo que signifique. De niño, empecé a leer aventuras y seguí con la fantasía y la ciencia-ficción, que todavía hoy leo cuando aparece algo interesante. Pero en algún momento, hacia los 15 o 16 años, abrí una edición hecha polvo de Cien años de soledad que encontré en algún lugar. Las “piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos” me deslumbraron. No puedo decir que la novela de García Márquez me arruinara el disfrute de la literatura “ligera”, pero me abrió un nuevo territorio.
¿Qué autor/a te gustaría invitar a cenar, solo para llevarle la contraria durante tres horas?
Ahora mismo me viene a la cabeza Paul Auster, aunque sospecho que terminaríamos llegando a algún tipo de acuerdo.
¿Qué libro fingiste haber leído con más convicción?
Una vez, en una clase en la universidad, fingí haber leído Hamlet. Creo que con éxito. Por si acaso, después corrí avergonzado a leer la obra. En esa época podía dedicar tranquilamente las tardes a la lectura.
¿Qué personaje literario matarías tú mismo?
Nunca me cayó bien Raskólnikov, pero no me preguntes por qué.
¿Qué libro «clásico» consideras un castigo de lectura y aun así lo defiendes en público?
Nunca he podido adentrarme en Ulises. Todos tenemos ciertas limitaciones. Lo he intentado (sin mucho entusiasmo), pero no suelo pasar de tres o cuatro páginas al azar cada vez. No obstante, está claro que es mejor que exista.
¿Cuál es tu placer culpable literario, ese que escondes detrás de una falsa copia de Proust, Kafka o Joyce?
No me cuesta aceptar que he leído toda clase de cosas. Me vienen a la mente Harold Robbins y Dan Brown, que leí cuando tenía menos años. No son placeres culpables, son parte de mi historia lectora. Si disfruto un libro de alguna manera, no lo escondo detrás de nadie ni de nada.
¿Qué libro tratas como objeto sagrado, pero cuya primera página sigue más virgen que tu Kindle nuevo?
Nunca he pasado de hojear Gargantúa y Pantagruel, pero no puede faltar en mi biblioteca.
¿Con qué autor intercambiarías vidas, aunque sea solo para tener una beca en la Sorbona?
Creo que lo haría, siempre que pudiera volver a la mía a voluntad, con muchísimos autores. Pero nunca durante pestes, gulags, batallas ni episodios de psicosis.
¿Cuál es la librería que más dinero te ha robado con tu consentimiento?
Librerías de segunda mano de Barcelona. Solía recorrerlas cada semana.
¿Qué libros has empezado más de tres veces sin pasar de la página 40?
Ulises, Paradiso, Los Budenbrook…
¿Qué frase en latín usas para sonar profundo, aunque ni sepas bien qué significa?
Ninguna.
¿A qué personaje literario querrías como terapeuta, sabiendo que te arruinaría emocionalmente?
No sé si como terapeutas, pero una charla con Settembrini y Naphta…
¿Cuál es la edición más absurda que compraste solo por estética?
Una vez, de niño, hice que mi madre me comprara un libro de Leibniz en una librería de Santiago de Cuba, donde estábamos visitando a una tía abuela, porque me gustó mucho el color de la portada y la solidez del volumen.
¿Qué género literario finges despreciar porque tus amigos intelectuales lo hacen?
No desprecio ni géneros, ni libros, ni autores porque otros lo hagan. Afortunadamente, siempre he leído lo que he querido leer. Por ejemplo, durante casi toda mi vida ignoré la literatura de viajes. Hoy en día, sin embargo, es un género que disfruto.
¿Por qué autor contemporáneo finges desinterés pero desearías secretamente haber escrito sus libros?
Siento auténtico desinterés por todo tipo de autores que inundan las librerías, pero si viven de la literatura, me encantaría haber escrito sus libros.
¿Cuántos libros tienes pendientes de leer y cuántos sigues comprando igual al mes?
La cantidad de libros por leer es infinita, pero soy bastante desorganizado y poco sistemático. No tengo una lista. Voy leyendo lo que el cuerpo me pide en cada momento. Antes solía comprar entre cinco y diez libros cada mes (de segunda mano, insisto). Últimamente he frenado un poco. No tengo tanto tiempo como antes para salir de caza. Pero suelo descargar varios libros mensuales en el kindle.
¿Qué escena literaria te hizo cerrar el libro y mirar al techo como si hubieras vivido algo?
Hay un episodio de La montaña mágica que leí hacia los 18 años, cuando estaba en el Servicio Militar: el de la tormenta de nieve en el que Hans Castorp tiene unas visiones o un sueño. Hace mucho no lo releo, pero en mi mente es perfecto. Me hace pensar en el escudo de Aquiles. Algo parecido me pasó con unas páginas de El tambor de hojalata. Sentí que estaba en aquella calle de Dánzig o Gdansk.
¿Qué libro regalarías solo para poner a prueba si alguien es digno de ti?
Nunca haría algo así.
¿Cuál es el crimen literario más atroz? ¿Doblar las páginas, subrayar los libros, o no leer?
Hace muchos años dejé de subrayar. De hecho, nunca lo hice con entusiasmo. Prefiero tomar notas. Doblar las páginas me parece verdaderamente criminal, aunque allá cada cual con sus ejemplares. Supongo que tiene que ver con aquellas ediciones de Verne o Dumas que había en Cuba. Si doblabas una página se convertía en polvo. En cuanto a no leer, para mí es inconcebible pero igual para otros es una bendición.
¿Lees la solapa del autor antes de empezar un libro, o prefieres arruinarte la experiencia después?
Suelo leerlas.
¿Qué biblioteca ficticia mereces según tu nivel de neurosis literaria?
Me vienen a la mente las mismas bibliotecas que a cualquiera: la del monasterio de El nombre de la rosa, que visitaría con mucho cuidado, visto lo visto, y la de Alonso Quijano que, de haber vivido en nuestro tiempo, contendría probablemente toda clase de libros comerciales y populares. Pero la mejor biblioteca es la real, la que voy armando cada día con lo que encuentro y el recuerdo de dónde, cuándo y cómo lo he encontrado y leído y lo que he ido perdiendo por el camino.
¿Has robado un libro alguna vez? ¿Cuál(es)?
Alguna vez robé libros de poesía, porque eran pequeños, en una feria del libro de La Habana. Recuerdo uno de Auden que se salió por la pernera del pantalón antes de salir de lugar del crimen. De pequeño, solía pedir prestados libros de Salgari o de Verne a amigos de mis padres a los que visitábamos los fines de semana. Nunca los devolvía. Tampoco nunca nadie me pedía que los devolviera.
¿Cuál es tu mayor logro como lector: sobrevivir a Ulises o terminar El Quijote?
Quizás haber podido leer durante el año del servicio militar sin volverme loco. Recuerdo que ese año leí, entre otros, La montaña mágica, 1984, El retrato del artista adolescente, Fiesta, El lobo estepario, unas memorias de Gauguin y una biografía de Byron (ni idea de por qué).
¿Qué libro te habría gustado escribir solo para poder firmarlo y presumirlo?
The sun also rises. Lo encuentro irresistible. La broma, de Kundera, es otro que me encantaría haber escrito.
¿A qué edad te diste cuenta de que leer no te hacía mejor persona, solo más insoportable?
Nunca he considerado la lectura como algo que te hace necesariamente mejor persona. Pero sí he llegado a entender que te vuelve insoportable para alguna gente.
¿Qué personaje secundario merecía más protagonismo que el principal?
¿Sam Gamyi, de El señor de los anillos?
¿Cuántos marcapáginas posees, y cuántos usas realmente (más allá del ticket de lotería que, por supuesto, no ganaste)?
Nunca he usado marcapáginas. Tengo unos pocos, los que regalan con los libros nuevos que compras en algunas librerías. Los libros de segunda mano a veces vienen con viejas entradas al cine o al fútbol, facturas de librerías y cosas así. Las conservo. Y ahora que suelo leer en un kindle, no necesito marcapáginas.
¿Qué autor te parece brillante, pero preferirías no tener cerca en una cena?
A Hemingway, a Joyce.
¿Qué frase usas para justificar que no terminas los libros que empiezas?
Pocas veces empiezo un libro que no vaya a terminar. Hay poco tiempo para perderlo con libros que no disfruto. A un amigo que, a veces, me sugiere que lea ciertas cosas, le digo que lo que me ha recomendado es “veneno de cucaracha”. Él le llama “estricnina”. Si es estricnina, no se lee.
Si tu vida fuera un libro, ¿en qué estante de la librería la encontraríamos: «drama innecesario», «ficción pretenciosa», o «ensayo sobre la decepción»?
Me gustaría que estuviera en la sección de libros de viajes, junto a los de Patrick Leigh Fermor.




