Cuestionario Jonathan Edax: Diego L. García

¿Cuál fue el libro que destruyó tu inocencia literaria y te dejó emocionalmente disponible solo para personajes ficticios?

Sin dudas, y no siendo el primer libro “de grandes” que leí sino el primero que mal-leí, fue la Ilíada. Una edición adaptada (Biblioteca Billiken, 1993, tenía unos 10 años por entonces), breve, pero suficiente para imaginarme batallas entre guerreros antiguos y dibujarlos fusionados con los Caballeros del Zodíaco. Las armaduras verdes de la portada los volvían una especie de guerreros acuáticos (cubiertos de algas, acaso). Yo le llamaba “La guerra de la Iliada” (acentuada como grave). ¿Era o no era posible reimaginar un clásico? ¿Qué vínculo cabría pensar entre los griegos y “los guerreros acuáticos”? Creo que, después de todo, la literatura germina en ese tipo de desvíos.

¿Qué autor/a te gustaría besar o abrazar y luego golpear con una edición de 800 páginas por arruinarte emocionalmente?

No estoy seguro de cómo interpretar la idea de “arruinarte emocionalmente”, pero podría mencionar a John Fante. Adoro su saga de Arturo Bandini, pero en algunos casos, como en Espera la primavera, Bandini, hubiera preferido otro desenlace. Pero ¿puede un lector osar preferir algo? En la literatura, lo que es está bien que sea. Sin embargo, un poco de incorrección sentimental puede permitírsenos.

¿Cuál es el libro que dices que «te marcó», pero en realidad solo lo leíste por presión estética?

Diría que El ruido y la furia de Faulkner. Lo comencé decenas de veces y lo abandoné casi todas. Calculo que en alguno de los intentos lo debo haber terminado. Pero no digo que Faulkner me marcó. ¿O me marcó para preferir a Hemingway y esa línea más salvaje?

¿Qué personaje literario querrías como pareja, aunque sabes que terminarías llorando en una librería con jazz de fondo?

El sujeto de los poemas de Mary Ruefle.

¿Qué libro consideras «un clásico necesario» pero solo porque te da ansiedad admitir que te aburrió como misa en latín?

Glosa de Juan José Saer.

¿Cuál es tu lectura secreta de vergüenza?

Ya no me da vergüenza (después de los 40 pocas cosas la dan): Chico Carlo, de Juana de Ibarbourou. Lo releo con frecuencia. Y puedo defender con argumentos que es un libro sensacional, superior a muchos clásicos.

¿Qué autor moderno te resulta tan brillante que lo detestas como se detesta a un/a ex?

Anne Carson.

¿En qué momento de tu vida descubriste que subrayar frases no significa que las entiendas?

Nunca. Siempre subrayé para re-pensar.

¿Cuál es la palabra más pretenciosa que has usado para hablar de un libro y así sonar más intelectual?

En los ensayos he inventado algunas, esas que uno no puede creer que no existan para la RAE. No para sonar más intelectual, sino porque eran las piezas necesarias para la idea.

¿Qué edición de un libro compraste solo porque tenía cantos dorados y parecía un objeto de brujería victoriana?

Tanto como cantos dorados no… pero por fetichismo, la de tapa dura de El periodista deportivo de Richard Ford. Uno de mis libros favoritos, sin dudas.

¿Qué personaje literario usarías para que le diga verdades a tu ego?

Frank Bascombe.

¿Qué libro te obligaron a leer en la escuela y ahora finges que amas por trauma y costumbre?

Edipo rey de Sófocles.

¿Qué librería física es tu ruina financiera y tu capilla emocional?

Factotum, la única que aquí en mi ciudad trae cosas interesantes, con criterio literario.

¿Cuál fue la última frase literaria que te hizo decir: «maldito genio»?

Una que tomé para epígrafe de un libro que estoy corrigiendo: “Un poeta a veces actúa de error” de Gabriel Pantoja. Pura genialidad.

¿Has tenido una relación que terminó por diferencias librescas irreconciliables?

No he llegado a tener una “relación” con esa gente. He sabido evitarlas a tiempo.

¿Cuál es tu lugar favorito para leer como si fueras un personaje de Murakami? ¿Café hípster, ventana lluviosa, cama existencialista? ¿Algún otro?

Sillón junto a ventana abierta.

¿Cuál es el libro que usas para impresionar a gente culta y que jamás has terminado?

La broma infinita de Foster Wallace.

¿A qué personaje literario le confiarías tu diario?

A Frank Bascombe, sin dudas. O a Alonso Quijano, aquel abuelo perfecto.

¿Qué autor muerto invitarías a tu funeral solo para que lea algo devastador y elegante sobre tu mediocridad redimida por el amor a los libros?

A Charles Baudelaire, el supremo de lo devastador y lo elegante.

¿Cuál fue la peor traición literaria que sufriste? ¿Un mal final, una adaptación atroz, o que tu autor favorito profesara una ideología incompatible con tus principios?

Me ocurrió que tras una entrevista tergiversaran mis palabras. ¿¡Para qué!? ¡Si con dejar lo que realmente había dicho tampoco iba a leerla nadie!

¿Cuál es el insulto más refinado que has pensado hacia alguien que dice “no me gusta leer”?

Se nota.

Tienes una pila de libros por leer tan alta que si se cae podría matarte. Aun así, ¿cuál(es) compraste ayer?

Los últimos que compre son Las primas de Aurora Venturini y Cuadernos de lengua y literatura de Mario Ortiz.

¿Qué libro «profundo» te pareció un fraude elegante lleno de humo, citas sueltas y pseudomística de librería hípster?

El camino del artista de Julia Cameron.

¿Cuál es la última vez que leíste algo tan hermoso que reveló algo de ti mismo y quisiste arrancarte los ojos como Edipo?

Esta semana, un poema de Jorge Orlando Correa (autor mexicano, fabuloso).

¿Cuál es tu edición de “libro fetiche”, esa que no prestas, aunque la otra persona te prometa su alma?

Varias, algunas no por costosas sino por valiosas sentimentalmente. Por ejemplo, la edición de Prosas profanas, la primera que tuve, de la Colección Austral de 1944.

¿Qué autor invocarías en una sesión espiritista para preguntarle por qué te dejó con ese final?

John Fante.

¿Cuál es tu ritual de lectura secreto que te hace sentir que el mundo tiene sentido, aunque sea por diez páginas?

Levantarme a las 6 AM a leer. De 6 a 9 es el tiempo en que la literatura sucede.

¿Qué frase literaria usas para justificar tu adicción a leer en lugar de resolver tus problemas reales?

Ars longa vita brevis.

¿Qué libro quema lentamente tu conciencia porque nunca lo terminaste y aun así opinas de él como si fueras crítico del Paris Review?

Muerte y transfiguración de Martín Fierro, de Ezequiel Martínez Estrada. Ya lo leeré.

Si fueras un libro olvidado en una estantería polvorienta, ¿qué frase pondrías en tu contratapa para que alguien, por fin, te elija?

Vuelva por donde vino. Aquí estamos bien. Atte. Las Palabras.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio