Psicofonía, de Edwin Reyes Zamora (La Habana, 1971), es una escritura que se despliega como máquina lírica y pensamiento espectral: un libro concebido durante más de quince años que se resiste a la lectura lineal y propone, en cambio, una arquitectura de signos fracturados, una dialéctica entre dos cuadernos —Umbral e Impregnaciones— donde el lenguaje se vuelve acontecimiento y grieta. En esta entrevista, el autor comparte las claves de ese dispositivo poético que parte de la filosofía presocrática, la geometría fractal, el pensamiento gnóstico y la tradición aforística, y donde cada fragmento es una partícula viva, un residuo del habla tensionado hasta el umbral del silencio.
¿Cómo concebiste el dispositivo poético de Psicofonía?
Psicofonía es un libro largamente pensado y que abarcó un período de realización bastante largo y arduo (alrededor de 15 años). Pretende ser una máquina de pensamiento que inclina al lector hacia terceros y cuartos planos de lectura o entendimiento. Está ejecutada sobre la visión del palíndromo; o sea, una lectura lineal es imposible o ineficaz, puesto que los dos estancos o cuadernos que lo dividen están estrechamente relacionados (incluso de manera numérica). Impregnaciones, el segundo cuaderno, se deriva de umbral que es el primero. Como ya el resultado lo dice, el segundo es una impregnación, un derivado que podría ser visto como nota al pie, pero, al mismo tiempo posee una independencia radical (entraña una disidencia) de modo que —creo— se establece entre ellos una lucha de contrarios (una especie de dialéctica) que propicia el movimiento del pensamiento. También puede ser visto como el choque entre 2 planos adversos o como una especie de palimpsesto (una escritura velada por otra o contrapuesta… contribuye bastante a ello la estética espectral y las referencias a lo paranormal, aunque en este caso se trata solo de juegos de lenguaje).
El libro parece avanzar como una invocación rítmica y a la vez una descomposición del sentido. ¿Qué papel juega para ti la sintaxis quebrada, la puntuación interrumpida, el fragmento como forma?
Hace tiempo estoy estudiando la estructura del fragmento como estética conductual, dentro de lo que podría verse como un sistema, donde cada una de las partes es una partícula que gira en torno a un eje central. No me interesa publicar colecciones de poemas. Mi procedimiento para trabajar es a partir de una ficción determinada en tanto a libro. En el caso específico de los textos, fragmentos, ejercicios (como quieran llamarles a esas pequeñas cápsulas) que componen o pretenden hacer avanzar los conceptos en Psicofonía, no podían comulgar, de ningún modo, con una retórica extendida ni hedonista (a la que tan acostumbrados nos tiene la tradición cubana) pues, la propia ficción que pretende desplazar entra en contradicción con esa retórica. De modo que, son textos (hasta donde se puede) desprovistos de todo ornamento o filigrana. Para articularlos fue necesario constreñir la sintaxis casi hasta lo imposible… de igual modo el sistema particular de puntuar obedece a esa sintaxis y a modos específicos de colocar los silencios, las fantasmagorías. En fin , toda comprensión humana parte siempre de fragmentos, la historia misma no es otra cosa que sucesiones de perícopas hilvanadas con el objetivo de establecer resultados no siempre fidedignos, y en el mejor de los casos, cuestionables. Recuerda que mi primer libro se titula Catalepsia (suspensión de los signos vitales, ergo una vida muerta) en el dejé algunos tics de lo que luego derivó en psicofonía (textos que auguran esta ficción). De la misma manera hago otro tanto en psicofonía con textos específicos que abren el camino al próximo libro que espero publicar «Caballos de Fuerza».
Sustentado quizás en los criterios de Saussure «sobre la arbitrariedad de los signos lingüísticos», y de Derrida «no hay fuera de texto», entre otros presupuestos, desde luego; me fue posible introducir esta pequeña puerta de descenso a los infiernos del lenguaje (donde la imposibilidad es la peor condena). El próximo libro («Caballos de fuerza») pretende ser un paseo por los 7 círculos infernales del lenguaje… pero obedece a otra sintaxis, a otra retórica, en fin, a otra ficción.
¿Qué es una psicofonía para ti? ¿Un archivo defectuoso, una presencia sonora o un acontecimiento escritural…?
Las psicofonías o parafonías son, o pretenden ser (mediante aparatos grabadores), fenómenos de registro de voces, sonidos, emisiones de algún animal o de seres regentes en otra dimensión, cuya deformidad y distorsión está destinada a helar la sangre.
Los umbrales son los sitios donde suelen manifestarse esas psicofonías: espacios con una capa de realidad tan delgada y quebradiza que posibilita la comunicación entre planos, por lo general antagónicos.
Finalmente, las impregnaciones son registros de acontecimientos, eventos traumáticos y emocionalmente extremos que, por su fuerza singular, quedan grabados en un espacio matérico, una locación determinada, un estanco que replica el hecho con persistencia. Para que esto ocurra, no es necesaria la presencia hectoplasmática.
El primer concepto da nombre al libro, y los dos siguientes definen los cuadernos interiores en los que está subdividido.
Como ya habrás comprendido, en este caso específico se trata solo de un juego de lenguaje (quizás esa funcionalidad de la lengua la explica mejor Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas, donde apunta que las relaciones entre las palabras exceden en importancia al significado de cada palabra en sí). De modo que el título del libro solo puede definirse mediante su relación con los títulos de los cuadernos interiores y con la ficción englobadora de los textos que en ellos participan.
En esencia, es un libro desde y hacia el lenguaje (pues solo mediante este es posible la consecución de los hechos, lógica-ilógica, temporal-atemporal). Todo el terror, toda la tensión se sustenta sobre la cuerda que es preciso franquear para ir desde un punto a otro del discurso.
Visto así, Psicofonía es tanto una anticipación como una postergación del evento escritural en sí (o eso me propuse al articular este tipo de engranajes que confían su eficacia a un devenir más matemático). Psicofonía está destinada a ser una fractura, un quiebre sobre la pared retórica, la grieta por donde fluyen (inercia mediante) los conceptos.
Todos sabemos la gama de posibilidades, pero también de imposibilidades que emana de la lengua… Ahí radica el verdadero terror, el advenimiento cruel de los fantasmas: ¿cómo practicar una escritura desde la imposibilidad posible?
La lectura de Psicofonía remite a una tradición filosófico-poética que va de lo presocrático a lo espectral. ¿Con qué autores o lenguajes dialoga esta escritura, aunque sea en secreto?
En efecto, en el libro se teje una gama de referencias que parte desde el Arche de Tales hasta la simulación de Baudrillard. El texto que sirve de proemio (el único que queda fuera de los dos estancos de intención) traza un segmento desde el arranque o divorcio del mito (Tales) hasta el absoluto saber fenomenológico (Hegel). En cuanto a lo presocrático, hay un capítulo que merece especial atención: el de la sofística y su preocupación por la funcionalidad del lenguaje. Digo que merece especial atención, pues significa la puesta en sentido de preguntas (para la lengua) que, si bien han evolucionado o mutado, no han encontrado aún la respuesta definitiva. De modo que, por ejemplo (aunque travestido de posmodernidad), el que ya parece un debate eterno entre convencionalismo y naturalismo lingüísticos, resurge cada siglo con nuevos bríos.
Mi escritura, por lo general, es un entramado complejo de referencias que han encontrado su sentido lógico de vecindad. No solo incluyo aquí textos literarios o filosóficos, sino también antropológicos, matemáticos, gnósticos, etc. Todo esto de manera rizomática y natural (al parecer resultado de mi voracidad como lector). No hay nada secreto; cada cual tiene las influencias que merece.
¿Dónde situarías este libro en términos de género?
Voy a responder esta pregunta con varias preguntas, que a su vez me servirán para darle seguimiento a la pregunta anterior.
¿Dónde situarías, en términos de género, Los fragmentos de Teplice de Novalis; Detritus y Rumbo a Peor de Beckett; La escritura del desastre de Blanchot; Los postes angulares de Michaux; o Patterson de Williams? ¿Dónde ubicarías la obra de Walter Benjamin y La Gaya Ciencia de Nietzsche?
Cualquier esfuerzo que arrastre la roca colina arriba conlleva una recompensa, que es, sin lugar a dudas, el desasosiego.
Me gusta pensar Psicofonía (como todo lo que hago) simplemente como escritura, sin colocarle una camisa de fuerza. Los textos que se incluyen aquí son poemas, aforismos, máximas, o todas esas cosas a la vez.
Existe un metarrelato evidente donde encajan cada uno de los fragmentos. Subsisten, al menos, cuatro niveles de lectura: el texto matriz, su impregnación, el tercer resultado al hermanarlos, y el desenlace final que ocupa cada fusión dentro de la tesis del libro; otra especie de alusión, en este caso, a la tetraktys pitagórica (al triángulo perfecto); es decir, uno es dos, que es tres, que es cuatro, que es diez.
Es —creo— un microlaberinto donde toda parte, todo recodo, entraña una importancia similar en pos del objetivo.
Hay en tu texto un rechazo a la linealidad, a la representación clásica, al relato. ¿Crees que la poesía debe desobedecer las estructuras discursivas para tocar lo real?
En la anticipación de Psicofonía puedo ubicar tres volúmenes de vital importancia:
- El libro de las curvas, de Pablo y Alfonso Olalquiaha.
- La geometría fractal de la naturaleza, de Benoît Mandelbrot.
- Los no lugares, de Marc Augé.
El primero es un libro de ingeniería, el segundo de geometría y el tercero de antropología. La suma de esos trabajos —la sinuosidad aparentemente lineal, los contornos indefinidos o amorfos, la recursividad no entendida como una simple anáfora, el no lugar o lugar descolocado— fue condicionando una suerte de estilo que prefiguraba la muerte del estilo, el proceso mismo como meta.
Desde luego, la traducción de esos fenómenos y su fuga hacia la literatura dio como resultado una especie de discurso desprovisto, donde cualquier alusión al patetismo o a la filigrana hedonista quedaba fuera de lugar.
Aunque, paradójicamente, sí hay un relato: el esfuerzo del lenguaje flagelado por sus funciones y su incapacidad. La especie (los homínidos superiores) sobrevive dentro de una estructura que entraña una multiplicidad de abstracciones. No es posible la existencia fuera de esa estructura; todo evento está supeditado a ella. Esa estructura, desde luego, es el lenguaje. Cuanto resta tiene una importancia siempre secundaria o menor. Es generada por, y resuelta desde, el propio lenguaje.
Estamos ahora, junto a un pequeño grupo de amigos, tratando de poner en circulación una revista que versa sobre estos y otros asuntos. Le hemos llamado «Fractura» y, como su nombre indica, intentará compendiar esta manera de permanecer o de pertenecerle a la lengua.
Si Psicofonía es un intento por captar lo que no se oye —el resto, el eco, la grieta—, ¿dirías que escribir es, para ti, una forma de exorcismo o de escucha radical?
Creo que ya he ido respondiendo esta pregunta a lo largo del camino.
Aunque, como te decía al principio, Psicofonía es solo una ficción. No pienso volver a escribir un libro como este, ni siquiera parecido. No confío en la consolidación de un estilo. Todo impulso «renovador» parte de una destrucción, de una ruina. Es preciso deconstruir para luego edificar sobre la podredumbre que queda. Cuando no pueda hacerlo, creo que me detendré; se apagará mi escritura entonces (si es que puedo llamar a eso, mío).
Terminé Psicofonía hace ya ocho años. Desde entonces, he estado trabajando en otros dos proyectos de ¿poesía? que ya se encuentran en la última fase: Caballos de Fuerza y Horizonte Vertical. Son portadores de una radicalidad diferente.
La misma imposibilidad de la escritura abre posibilidades ilimitadas, maneras de enfrentar un fenómeno monstruoso.
Quisiera terminar con un par de líneas del libro que ha generado esta conversación y que ilustran, quizás, este punto:
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¿Será el concepto de quietud que nos abruma o la quietud elemental fuera del juicio?
¿Lo que está de más y no debe ser nombrado?
¿Lo que falta y no puede ser escrito?





«[…] toda comprensión humana parte siempre de fragmentos, la historia misma no es otra cosa que sucesiones de perícopas hilvanadas con el objetivo de establecer resultados no siempre fidedignos, y en el mejor de los casos, cuestionables». ✨️
Genial