Atlas de lo Innecesario: Livraria Bertrand
Crónica primera del más bibliófilo de los flâneurs. Hoy, por las calles de Lisboa.
Flâneur bibliófilo, cronista del polvo literario, disidente emocional del subrayado. Nació en una madrugada tibia de 1973 en El Vedado, La Habana, en un apartamento más lleno de libros que de optimismo. Hijo de un tipógrafo napolitano exiliado y de una profesora cubana de paleografía, Rafaelo creció entre papeles amarillos, colas para el pan y discursos oficiales que sonaban cual malas traducciones de Sartre. A los 19 años, harto del comunismo y del entusiasmo obligatorio, cambió la consigna por el pasaje aéreo. Se marchó a Europa con una libreta, un libro de Lezama Lima y la vaga esperanza de encontrar una librería donde no hallara ejemplares de los discursos del máximo líder ni diarios de guerrilleros con ínfulas de escritores. Desde entonces, deambula por ciudades como si fueran márgenes anotables: buscando bibliotecas escondidas, librerías silenciosas y cafés donde el camarero no se ofenda si uno se queda leyendo cinco horas con un solo espresso. Escribe crónicas que son parte ensayo, parte poesía encubierta y parte ajuste de cuentas con la realidad. Su estilo mezcla ironía con modales de enciclopedista y una ternura nostálgica por las cosas inútiles, es decir, por todo lo que importa. En las librerías y bibliotecas que visita deja sus huellas en libros todavía sin dueños. Mantiene su existencia digital en niveles casi místicos (solo se le puede contactar por carta, pero nadie tiene su dirección). Actualmente trabaja en un volumen que nadie encargó, titulado ‘Atlas de lo Innecesario: itinerarios sin índice por librerías y bibliotecas’.
Crónica primera del más bibliófilo de los flâneurs. Hoy, por las calles de Lisboa.