Cuestionario Jonathan Edax: Daniel Céspedes Góngora

¿Cuál fue el libro que destruyó tu inocencia literaria y te dejó emocionalmente disponible solo para personajes ficticios?

Siempre fui más lector de ensayos que de otro género. No sabía, por supuesto, en mis inicios de lector, en qué género se enmarcaba determinada lectura. Pero siempre la prosa reflexiva me resultó más atractiva que la narrativa y la poesía. Luego es que me percaté que había que leer de todo y había que aprender a leer y saber esperar para entender a algunos autores. Por fortuna, pocas veces me decepcioné porque no me tocó enfrentarme a libros no aptos aún para mí. Antes de Ortega y Gasset, antes de Mañach, escuchaba por mi papá sobre José Ingenieros. Me leí El hombre mediocre  como con 18 años, pero me sentí mejor con La simulación en la lucha por la vida, que se lo compré a un vendedor de libros de uso por treinta pesos, que era caro para ese entonces. De ahí pasé a autores más complejos e interesantes. Hoy no recomendaría empezar a leer ensayos por José Ingenieros. Bueno, de hecho, empecé con José Martí. De niño, no fui lector de libros de aventuras. Siempre empecé con ensayos.

¿Qué autor/a te gustaría besar o abrazar y luego golpear con una edición de 800 páginas por arruinarte emocionalmente?

William Faulkner o Herman Melville que pertenecen a esa tradición menos realista y más simbólica y universal que Twain o Hemingway. Estos dos últimos me gustan y son también imaginativos y universales, pero no me fascinan como los primeros. Los silencios en Moby Dick, con las irregularidades de la novela, son para mí más misteriosos y desafiantes que la teoría de iceberg de Hemingway.

¿Cuál es el libro que dices que «te marcó», pero en realidad solo lo leíste por presión estética?

Siempre ha sido La Biblia. Pero vuelvo a ella al año más de una vez. No es que la vuelva a leer completamente.

¿Qué personaje literario querrías como pareja, aunque sabes que terminarías llorando en una librería con jazz de fondo?

Huckleberry Finn, que me gusta más que Tom Sawyer. Es más atrevido, su universo se expande de otra manera. La atmósfera de las aventuras de Finn te da la sensación de un viaje de crecimiento personal tan diferente. Finn es menos optimista que Sawyer, pero es constante en sus propósitos.

¿Qué libro consideras «un clásico necesario» pero solo porque te da ansiedad admitir que te aburrió como misa en latín?

La Araucana. Te lo mandan a leer. Te hablan maravilla de Alonso de Ercilla. Pero hay clásicos con los que no se puede ya. Algunos clásicos han perdido ya esta categoría para ser libros históricos y ya.

¿Cuál es tu lectura secreta de vergüenza?

Es alguna biografía que ahora no recuerdo. Leí algunas biografías que me parecieron libros de autoayuda. En el fondo, ese género tiene mucho de eso en lo que escoge un autor para contarte la vida de una figura que se supone se superó para pasar “como grande” o al menos “muy interesante” a la historia.

¿Qué autor moderno te resulta tan brillante que lo detestas como se detesta un/a ex?

Había escrito antes James Joyce, pero es Gabriel García Márquez, que me pareció y es brillante en su obra principal. Lo demás de él no me gusta.

¿En qué momento de tu vida descubriste que subrayar frases no significa que las entiendas?

Al leer con veinte años al Ortega y Gasset de La rebelión de las masas. Pero eso luego cambió con la relectura. Prefiero releer que conocer a autores nuevos.

¿Cuál es la palabra más pretenciosa que has usado para hablar de un libro y así sonar más intelectual?

Descomunal. Pero lo dije para imitar a un amigo. En realidad uso más tremendo que descomunal.

¿Qué edición de un libro compraste solo porque tenía cantos dorados y parecía un objeto de brujería victoriana?

Algo de Oscar Wilde. Colecciono todas las ediciones que encuentro de Wilde. Hace poco me topé con los dos tomos en español de Vida y confesiones de Oscar Wilde  de Frank Harris, pero no pude comprarlos. Muy caros.

¿Qué personaje literario usarías para que le diga verdades a tu ego?

El Áyax  de Sófocles me ha llamado siempre la atención, tanto como Edipo y Odiseo. Me encantaría conformar un libro de varios ensayos sobre Odiseo. Lo que me llevaría a hablar de Áyax.

¿Qué libro te obligaron a leer en la escuela y ahora finges que amas por trauma y costumbre?

¿La Edad de Oro? No, es El principito, que es más citado que leído y se le atribuyen más frases que las que Cervantes puso en boca del Quijote.

¿Qué librería física es tu ruina financiera y tu capilla emocional?

Ni idea. Aunque sí, hay un amigo que vende libros viejos en su casa, que es una librería también. Cada vez que voy a verlo, me propone joyas que sabe que no puedo comprar. Lo hace para fastidiarme.

¿Cuál fue la última frase literaria que te hizo decir: «maldito genio»?

Algo de José Martí, de una crítica de arte: «Ellos quieren, por la incansable sed del alma lo nuevo e imposible, ellos quieren pintar como el sol pinta y caen».  La estoy citando de memoria. De manera que puede ser que no sea tan así. Pertenece a su mejor crítica de arte, la de los pintores impresionistas, un texto que es mejor que cuatro o cinco tomos sobre pintura impresionista.

¿Has tenido una relación que terminó por diferencias librescas irreconciliables?

No, por ahora no. Suelo buscar relaciones completamente diferentes a mí en todo y eso incluye lecturas y escrituras. No necesito me levanten el ego porque yo lea y la otra persona no. Además, resultaría falso que te halaguen por algo que no han experimentado.

¿Cuál es tu lugar favorito para leer como si fueras un personaje de Murakami? ¿Café hípster, ventana lluviosa, cama existencialista? ¿Algún otro?

Mi sillón de caoba de más de sesenta años ubicado en mi cuarto sin ventanas, donde conecto como tres ventiladores. Con frecuencia leo con dos tapones, aunque puedo concentrarme y leer en un espacio bullicioso.

¿Cuál es el libro que usas para impresionar a gente culta y que jamás has terminado?

La imagen azteca  de Benjamin Keen. Pero no lo hago para impresionar a gente culta, sino a algunos amigos que me visitan por primera vez y les comento pasajes del libro exagerando todo. Es con ese libro que lo hago.

¿A qué personaje literario le confiarías tu diario?

A Oliver Alden de El último puritano. El personaje de Santayana es a ratos tan descreído, pero reservado.

¿Qué autor muerto invitarías a tu funeral solo para que lea algo devastador y elegante sobre tu mediocridad redimida por el amor a los libros?

Marco Aurelio con una de sus confesiones sobre la lectura.

¿Cuál fue la peor traición literaria que sufriste? ¿Un mal final, una adaptación atroz, o que tu autor favorito profesara una ideología incompatible con tus principios?

Las cartas de María Zambrano a Reyna Rivas. Cuando lees las que escribió en fechas cercanas a José Lezama Lima por ejemplo, te resulta un poco desconcertante. Pero es que ella siempre estuvo con una mano delante y otra detrás. No podía estar hablando todo el tiempo de lo divino, el alma, la aurora, la razón poética…

¿Cuál es el insulto más refinado que has pensado hacia alguien que dice “no me gusta leer”?

Bien por ti.

Tienes una pila de libros por leer tan alta que si se cae podría matarte. Aun así, ¿cuál(es) compraste ayer?

Una edición de 1965 de Oros viejos  de Herminio Almendros. Lo compré para regalar, pero es un libro que aún disfruto.

¿Qué libro «profundo» te pareció un fraude elegante lleno de humo, citas sueltas y pseudomística de librería hípster?

Arte, amor y todo lo demás  de Aldous Huxley. Y, cuando uno de los personajes se pone a hablar mal de Melville, dije: eso sí que no.

¿Cuál es la última vez que leíste algo tan hermoso que reveló algo de ti mismo y quisiste arrancarte los ojos como Edipo?

Las sirenas y sus ancestros  de Norman Douglas. Escribí, creo, algo más que una reseña.

¿Cuál es tu edición de “libro fetiche”, esa que no prestas, aunque la otra persona te prometa su alma?

El hombre y lo divino  de María Zambrano.

¿Qué autor invocarías en una sesión espiritista para preguntarle por qué te dejó con ese final?

El Melville de Benito Cereno.

¿Cuál es tu ritual de lectura secreto que te hace sentir que el mundo tiene sentido, aunque sea por diez páginas?

Muy temprano en la mañana o luego de una noche de insomnio, leer y aún poder recomponer la imagen de cuanto lees. Si no logro la composición de la imagen es que estoy mal realmente. Entonces me pongo a ver una película no reflexiva.

¿Qué frase literaria usas para justificar tu adicción a leer en lugar de resolver tus problemas reales?

«Ten amor a tu celda si luego quieres disfrutar de la bodega del vino» (Parafraseo a Tomás de Aquino).

¿Qué libro quema lentamente tu conciencia porque nunca lo terminaste y aun así opinas de él como si fueras crítico del Paris Review?

Hollywood  de Gore Vidal.

Si fueras un libro olvidado en una estantería polvorienta, ¿qué frase pondrías en tu contratapa para que alguien, por fin, te elija?

No es lo mejor que leerás. Pero conoce otra mirada del mundo. Creo que es muy pretencioso.

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