Tres (nunca leves) sobresaltos

Anne Carson, La belleza del marido
Lumen Poesía, 2003

El libro que ha escrito Anne Carson es el que me hace volver la vista y regresar allí donde los libros de poesía me esperan para ejercer alguna forma de fascinación y hechizo. Algún profesor de universidad, de esos que dan siempre la lata con la escritura neobarroca y sus listas cerradas, ha trazado una línea oblicua para denostar una prosodia y una narratividad que tiene mucho más que ver con el Patterson de William Carlos Williams que con Lezama Lima. Yo lo entiendo porque en todo poeta está oculto el oscuro deseo que las bibliotecas ardan en una nueva contienda alejandrina para liberarse por fin de la angustia de las influencias y el poder opresivo de las grandezas pasadas.
Pero este libro. Este libro nace de una voz. Una voz muy original y perfilada en los detalles que lo hacen grande y memorable. Un libro del amor perdido y de la belleza que anida en toda pérdida y de la secreta esperanza que emana de todo derrumbe. Los dioses son los dueños de la belleza, pero al día siguiente de la pérdida los gigantes son de barro.
No puedo imaginar cuántos lectores ha tenido este libro, probablemente muchos menos que cualquier poemario bajo la categoría de best-seller o acaso más que el último poeta secreto de los cenáculos donde se vela el fuego sagrado. «Hay demasiado de mí en mi escritura», ha dicho Carson. Nosotros, sus lectores, así lo hemos entendido y así lo afirmamos y agradecemos.

 

Legna Rodríguez Iglesias, Miami Century Fox
Akashic Books, 2017, edición bilingüe

Para Guido Ceronetti, la poesía es ese pequeño museo privado de collages mínimos, de recortes, con el que intentamos defendernos de lo enorme, de la potencia visible del hombre, que nos tritura. En el caso de Legna, la poesía no se revela hasta que las palabras no entran en colisión. Juego y fuego son dos palabras contiguas, jugar con fuego es advertencia, un llamado al no hacer.
En su poesía las palabras se miran de frente porque se sublevan, se ponen en son de juego. Ya entraron los giros de lenguaje que dejan asiento y noticias del viaje, de Miami, de Providence, giros anglos, spanglish, H&M, Coral Gables, la Calle Ocho, pero como nada existe sin su espejo como torrente de memoria y pasado, Camagüey y La Habana, es decir, Cuba, brotan con similar naturalidad en estos sonetos y en esos breves textos que a modo de epígrafes encabezan cada página.
Los libros de Legna llegan con puntualidad cada año y son ciertamente un sobresalto nunca leve (a contrapelo de aquel caudaloso «permiso para un leve sobresalto» de Lezama escribiendo sobre la Montego Bay), un estremecimiento, un desvío inesperado.

 

Carme López Mercader, Duelo sin brújula
Reino de Redonda, 2024

Para algún crítico, este es un libro valiente, pero más bien creo que hay que llegar a él sin grandes expectativas. Está claro que, tras la muerte de Marías, se avino para la autora el fin de un mundo. Trabajaba en la editorial de Jorge Herralde en labores no precisamente literarias cuando conoció al novelista. Fue notoria la ruptura entre Marías y Anagrama, pero de eso no hay nada aquí.
En el libro hay poco de ese mundo compartido de palabras, películas, espacios, logística, bromas repetidas y códigos privados que el crítico ha visto. Si un escritor fue celoso con su intimidad ese fue Marías (¿qué sabíamos de él?, no mucho: escribía en una máquina lettera eléctrica, era hijo de Julián Marías, no solía tener una idea concebida cuando se sentaba a escribir su próxima novela, traducía del inglés, era fumador, y alguna que otra generalidad como que vivía en Madrid, al parecer nadie sabía que se había casado con la autora dos años atrás) y su viuda respeta el secreto casi sin fisuras. Hay páginas que pueden leerse en diagonal. Muy velado todo.
Me sorprende que algunos lo comparen con El año del pensamiento mágico, uno de los monumentos de lo que podemos llamar «ensayos sobre el duelo», un testimonio de la más alta intensidad que incluye también la muerte de una hija. A todos nos sorprendió la muerte de Marías en plena posesión de sus facultades como escritor y me hubiera gustado leer sobre esos últimos días, pero tampoco nada de eso aparece aquí.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio