¿Qué libro arruinó para siempre tu capacidad de disfrutar literatura «ligera»?
La sombra del viento.
¿Qué autor/a te gustaría invitar a cenar, solo para llevarle la contraria durante tres horas?
A Teresa de la Parra. Pero le llevaría la contraria solo para que hablase y hablase más; era un ser demasiado brillante.
¿Qué libro fingiste haber leído con más convicción?
Supongo que La Divina comedia. No he podido leerla entera, pero me conmueven algunos de sus fragmentos, así que asumo haberla leído entera y haber disfrutado cada una de sus páginas.
¿Qué personaje literario matarías tú mismo?
Puedo ser muy irascible, pero no me imagino asesinando a un personaje de ficción. A veces me apetecía darle un bofetón al protagonista de La conjura de los necios.
¿Qué libro «clásico» consideras un castigo de lectura y aun así lo defiendes en público?
Paradiso, de Lezama Lima. Naufrago en su prosa y su ritmo. Pero me parece que ese tipo de novelas son necesarias para romper la normalidad y la repetición de lo narrativo.
¿Cuál es tu placer culpable literario, ese que escondes detrás de una falsa copia de Proust, Kafka o Joyce?
No sufro de culpas literarias.
¿Qué libro tratas como objeto sagrado, pero cuya primera página sigue más virgen que tu Kindle nuevo?
Algunos libros que me regaló mi madre. No logré enganchar con ellos, pero que me los haya obsequiado ella los convirtió en un objeto de ternura.
¿Con qué autor intercambiarías vidas, aunque sea solo para tener una beca en la Sorbona?
Debería decir que con ninguno. Pero hay meses de abril en que me cambiaría con cualquiera que venda cien mil ejemplares para decir luego que está muy triste porque la crítica no lo respeta.
¿Cuál es la librería que más dinero te ha robado con tu consentimiento?
La librería Suma en Caracas; la librería Portonaris en Salamanca; la librería Antonio Machado en Madrid.
¿Qué libros has empezado más de tres veces sin pasar de la página 40?
Paradiso, de Lezama Lima. La casa de los espíritus, de Isabel Allende. El vano ayer, de Isaac Rosa.
¿Qué frase en latín usas para sonar profundo, aunque ni sepas bien qué significa?
Creo que ninguna. Amo los idiomas con la desesperación del que nunca pude alcanzarlos.
¿A qué personaje literario querrías como terapeuta, sabiendo que te arruinaría emocionalmente?
A Martín Romaña, el protagonista de la novela de Bryce Echenique.
¿Cuál es la edición más absurda que compraste solo por estética?
No sé si llamarlo absurdas, pero quizá no verifico si son mi tipo de libros, el caso es que cuando veo libros de El Acantilado entro en trance, los huelo, los miro, los acaricio. Por lo general suele gustarme mucho ese catálogo, pero cuando no engancho con un título de ellos igual lo miro y lo miro extasiado.
¿Qué género literario finges despreciar porque tus amigos intelectuales lo hacen?
Mis amigos suelen despreciar la novela negra y el microcuento. Por solidaridad debería despreciarlos también, pero he escrito libros de esos géneros, así que igual no sería muy creíble.
¿Qué autor contemporáneo por el que finges desinterés pero que desearías secretamente haber escrito sus libros?
No finjo desinterés por Sábato. Ha dejado de interesarme y lectores amigos me comentan que para salvar la tierna memoria de la juventud no lo relea. Pero en algún momento quise escribir algunos de sus libros.
¿Cuántos libros tienes pendientes de leer y cuántos sigues comprando igual al mes?
Cientos de libros están pendientes. Es una razón para vivir. Todo lo que falta por leer…, igual cada mes, sumo tres o cuatro lecturas que quedan en ese nebuloso tiempo llamado futuro.
¿Qué escena literaria te hizo cerrar el libro y mirar al techo como si hubieras vivido algo?
Varios momentos de Percusión, la novela de José Balza. El inicio, por ejemplo, cuando ocurre una metamorfosis inexplicable y el personaje recupera su cuerpo juvenil y en un minuto revive su existencia entera.
¿Qué libro regalarías solo para poner a prueba si alguien es digno de ti?
La vida exagerada de Martín Romaña.
¿Cuál es el crimen literario más atroz? ¿Doblar las páginas, subrayar los libros, o no leer?
Me encanta manchar, arrugar, subrayar los libros. Me encanta que haya vida en ellos. Podría decirte que no leerlos es un crimen, pero tampoco; la libertad maravillosa de lo literario es el mejor homenaje que le puedes hacer a ciertos libros cuando los dejas intactos.
¿Lees la solapa del autor antes de empezar un libro, o prefieres arruinarte la experiencia después?
Las leo. Las leo. Soy muy cotilla; me gusta saber quién es esa persona a cuyas palabras le voy a dedicar un trozo de mi vida.
¿Qué biblioteca ficticia mereces según tu nivel de neurosis literaria?
No lo sé.
¿Has robado un libro alguna vez? ¿Cuál(es)?
No a propósito. No con intención. A veces encuentro libros en mi biblioteca cuyo origen me hace dudar y pienso que quizá son parte de un olvido que ya no puedo reparar. Hace poco encontré en Caracas un libro de Bryce Echenique dedicado a alguien que no conozco. Imaginé que era alguien que debía contactarme para que se lo diese y no lo hizo. Salí a la calle con él y lo olvidé en un taxi. Los libros buscan su camino…
¿Cuál es tu mayor logro como lector: sobrevivir a Ulises o terminar El Quijote?
Ninguno de los dos. Haber leído casi entera Terra Nostra, de Carlos Fuentes. Ya sabes que, en un vuelo a Mérida, el avión en el que iban García Márquez y Vargas Llosa comenzó a dar bandazos, y García Márquez asustado pensó que era el momento final, así que aterrado le dijo a Vargas Llosa: dime la verdad, ¿leíste entera Terra Nostra?
¿Qué libro te habría gustado escribir solo para poder firmarlo y presumirlo?
Piedra de Mar, de Francisco Massiani.
¿A qué edad te diste cuenta de que leer no te hacía mejor persona, solo más insoportable?
A los 24 años. Conocí un tipo que decía que leía para ser mejor; era una persona horrible: envidiosa, tóxica, intrigante, de hecho, terminó siendo chavista. Cuando lo escuché decir eso, comprendí que leer no nos hace mejores.
¿Qué personaje secundario merecía más protagonismo que el principal?
Se me ocurre que Huckleberry Finn, pero, de hecho, Mark Twain decidió darle ese protagonismo ocho años después de haber escrito Las aventuras de Tom Sawyer.
¿Cuántos marcapáginas posees, y cuántos usas realmente (más allá del ticket de lotería que, por supuesto, no ganaste)?
Decenas de ellos. Los uso poco, Al final pongo un lápiz mongol en la página que voy leyendo. Pero no olvido que María Fernanda Palacios contaba que un amigo suyo le insistía en que a los libros no había que marcarles las páginas. Suena interesante; perderte en el libro; repetir un trozo, saltarte otro; acertar con el punto justo en el que vas.
¿Qué autor te parece brillante, pero preferirías no tener cerca en una cena?
A Hemingway.
¿Qué frase usas para justificar que no terminas los libros que empiezas?
La vida es corta y las bandejas paisas son largas.
Si tu vida fuera un libro, ¿en qué estante de la librería la encontraríamos: «drama innecesario», «ficción pretenciosa», o «ensayo sobre la decepción»?
Ficción dramática pretenciosa sobre la decepción.