Rumena contra el patriarcado, la IA y otros demonios del presente

Un repaso a la prensa reciente me trajo a Rumena Bužarovska, escritora macedonia y francotiradora cultural. Autora del libro No voy a ninguna parte  (Impedimenta, 2025), Bužarovska se despacha en la entrevista contra el patriarcado, disecciona las emociones con fuego irónico y, de paso, le lanza un codazo a la inteligencia artificial.

Oh, ¿qué sería de la crítica social sin esas generalizaciones bienintencionadas envueltas en celofán de intelectualismo posyugoslavo? Uno la lee y no sabe si está ante una denuncia feminista, una crítica al capitalismo emocional o el catálogo ético de un restaurante farm to table en Skopje.

Dice que la IA es “educada pero falsa”, como los dependientes de una tienda en Ohio… Bueno, bueno, disculpe usted por no tutearla mientras le ofrezco azúcar real o un sobrecito rosa para su apocalipsis cultural. Comparar el lenguaje de las máquinas con la calidez performativa de los estadounidenses es un ejercicio brillante si uno quiere hacer antropología de aeropuerto con pretensiones de manifiesto.

Pero Bužarovska no se queda ahí. En sus declaraciones y cuentos —que son como reality shows sentimentales escritos con pluma de entomóloga— el amor es a la vez estructura y trampa, así como la represión emocional deviene enfermedad civilizatoria. Las mujeres se enfrentan no sólo a maridos con sensibilidad de armario empotrado, sino también a sistemas que vigilan su deseo como si fuera una sustancia controlada. “El patriarcado teme el placer femenino”, dice. Y lo dice con tal seguridad que uno empieza a preguntarse si el placer necesita visa para circular por Macedonia del Norte.

A veces, eso sí, el discurso se le desborda. Cuando en el mismo párrafo aparecen el patriarcado, el capitalismo, la IA y la semántica del afecto, uno ya no sabe si está leyendo a una autora o a una influencer que acaba de descubrir el marxismo por TikTok y lo ha mezclado con una lectura de Simone de Beauvoir con jet lag.

Ah, y está ese miedo obsesivo de Rumena al lenguaje formal… En su mundo, Sófocles habría sido cancelado por usar subordinadas. Todo lo que suene elaborado huele, al parecer, a impostura. La paradoja es que, mientras denuncia las estructuras que encorsetan el alma humana, su narrativa también impone otra forma de rigidez: la de la denuncia satisfecha de sí misma.

Eso sí, hay que reconocerle a Bužarovska el don de incomodar con estilo. No voy a ninguna parte es un título deliciosamente irónico para un libro que, aunque no se mueve mucho de sus obsesiones, sabe patear con gracia los dogmas de lo cotidiano. Así que sí, viva la libertad de expresión, que permite a Rumena declarar que las máquinas son vacías, los hombres temen a los clítoris y la cordialidad es una estafa. Y que también nos permite sospechar, solo por un momento (¡faltaba más!), que tal vez nuestra escritora algún máster tiene en el arte de proyectar. Porque si vamos a hablar de fórmulas vacías, algoritmos predecibles y estructuras que reprimen la emoción… bueno, bueno, eso también lo hacen ciertas narrativas literarias con diploma de rebeldía colgado en la pared.

1 comentario en “Rumena contra el patriarcado, la IA y otros demonios del presente”

  1. José Prats Sariol

    Ahora no sabría elegir entre el ingenioso modo de caricaturizar a la macedónica y la deliciosa nota bibliográfica sobre el isleño… La tonalidad le hubiera encantado a Cioran y el heterónimo a Pessoa.

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